miércoles, diciembre 18

Mató a su pareja de un disparo y quiso encubrir el crimen: “Un día le dijo que si ella se iba, le pegaba un tiro a mi hermano”

Este miércoles se cierran las testimoniales en el juicio que le sigue el Tribunal Oral en lo Criminal N°2. Johanna, hija de la víctima, revivió el dolor que atravesó ella y su familia por la violencia ejercida por Mykael Ponce. “Ella minimizaba todos los hechos y perdió todas sus amistades. Si tal vez hubiésemos hecho algo, las cosas serían diferente”, lamentó.

Tres años después del brutal femicidio de Adriana Stefano, esta semana se desarrolla en el Tribunal Oral Criminal N°2 de Mar del Plata el juicio que tiene como único imputado a Mykael Ponce, su ex pareja, quien la mató de un disparo en su propia casa después de protagonizar una discusión.

El debate oral comenzó este lunes y finalizará el miércoles, con la declaración del imputado quien también está acusado de tenencia ilegítima de armas de fuego y venta de estupefacientes. Representados por el letrado Javier Arriola, la familia de la víctima buscará justicia tras más de tres años de un largo proceso judicial. Por su parte, la defensa de Ponce, quien llega al debate con prisión preventiva, discutirá la autoría del hecho. Los jueces Roberto Falcone, Néstor Conti y Alexis Simaz tienen cinco días para dar a conocer el veredicto final.

El hecho sucedió en la noche del 22 de julio de 2021 en una vivienda ubicada en Gonzales Chaves al 600, en el barrio Peralta Ramos Oeste, dónde la mujer de 52 años recibió un disparo en la zona del abdomen de parte de su propia pareja. El hombre intentó encubrir el crimen en un primer momento: le dijo a su vecinos que Adriana había salido a sacar la basura y que le habían disparado. Con ayuda de un amigo, la cargó en la camioneta de la mujer y la trasladó al Hospital Interzonal General de Agudos (Higa) de Mar del Plata, donde finalmente los médicos no pudieron salvarle la vida. Ponce, en su afán de zafar, intentó darse a la fuga pero fue detenido por un móvil policial a los pocos metros.

“Mykael era violento”

En declaraciones a 0223, Johanna repasó el horror que ella y su familia vivieron a lo largo de estos tres años y contó algunos detalles de la historia de su mamá. Adriana era comerciante de la verdulería que sus padres tenían en Santiago del Estero y Roca. Había conocido a Ponce en la panadería donde trabajaba antes y en 2005 empezó a tener un vínculo afectivo. 

Cuando la pareja se mudó a la casa de Gonzales Chaves al 600, Adriana también se llevó a su hijo Santino, quien estuvo presente en la noche del femicidio. Johanna, por su parte, los primeros años siguió conviviendo con su padre y cuando tenía 14 años se fue a lo de su mamá. Allí conoció de a poco el maltrato que sufría su propia madre por convivir con una persona violenta como Ponce y del que ella y su hermano también fueron víctimas.

“Mykael era violento. Yo no estaba acostumbrada a empujones. La arrancaba de los pelos. Mi mamá minimizaba eso. Me decía que me fuera, que no pasaba nada”, narró Johanna.

“Tuvo un episodio conmigo. Me daba miedo contestarle porque era agresivo. En una oportunidad le contesté y él se bajó los pantalones, se agarró las partes íntimas y me dijo: “Acá tengo huevos y en esta casa mando yo”. Mi mamá se quiso meter, la empujó y se cayó por las escaleras”, contó la hija de la víctima. Tras ese episodio, Johanna y Santino volvieron a la casa de su padre, pero Adriana siguió sufriendo el maltrato de Ponce puertas adentro.

La joven confió que la situación se tornó más complicada en el último tiempo, cuando Ponce comenzó a portar armas de fuego. Cada vez que Adriana se quería ir, él agarraba el arma y disparaba al techo en medio de la casa. “En un episodio sacó a mi hermano Santino y le dijo que si ella se iba le pegaba un tiro en la cabeza”, confió sobre el nivel de la violencia que ejercía la pareja de su madre.

Otro día – siempre siguiendo el relato de Johanna – el hombre que dedicó su vida a hacer changas para una panadería tiró kerosene en las paredes y amenazó con prender fuego la casa.

“Dos o tres meses antes del hecho tuve una conversación con ella en la que salimos a caminar y le pregunté por qué no se separaba. Ella me dijo que no era fácil, que no se podía ir porque acá estábamos sus hijos y sus padres y que él era capaz de hacer cualquier cosa. “Si yo me voy, él se va a enojar y va a hacer cualquier cosa para saber dónde estoy”, le dijo.

El femicidio

“Él llegó con un amigo. Mi mamá estaba acostada con mi hermano mirando la tele. Ella le consultó de dónde venía, empezaron a discutir por la casa y en un momento él sacó un arma. Mi hermano cuenta que primero pegó dos tiros en el techo y ella se quería ir. Bajaron a la cocina y mi mamá fallece de un tiro en el estomago con la campera y la cartera puesta. Él y su amigo arrastraron el cuerpo hacia la salida por un pasillo y empezaron a gritar: “¡Salió a sacar la basura y la mataron!”. La subieron a la camioneta que tenía mi mamá y la dejaron en el Higa”, precisó.

Johanna reconoció que durante muchos años se culparon con su hermano Santino por normalizar todos los actos de violencia. “Si tal vez hubiésemos hecho algo, las cosas serían diferente”, lamentó. A su vez, subrayó que por el vínculo que mantenían su mamá perdió todas sus amistades, quedando rodeada sólo por la gente que era cercana a su pareja.

Ella asumió la tutoría legal de su hermano, quien en la Cámara Gesell dio cuenta de todas las escenas de violencia que se vivían al lado de Ponce, a pesar de las amenazas que sufrió de parte de su propio tío. “Le habían dicho lo que tenía que decir, pero gracias a Dios mi hermano dijo esto y mucho más”, valoró.

No obstante, además del duelo que tuvieron que hacer luego de que les arrebataran a su mamá de sus vidas, Johanna confió que durante mucho tiempo vivieron un calvario, aún con el acusado tras las rejas. “Él me mandaba gente a mi casa. Estuve cuatro meses con efectivos policiales haciéndome custodia. Me llamaba para amenazarme. Me prendieron fuego el auto y me dejaron el bidón de nafta en mi casa”, detalló.

Poco falta para conocer el veredicto final de los jueces. En la antesala de la última ronda del juicio, la familia de Adriana sólo pide una cosa. “Muchas cosas me enteré por los testigos y efectivos policiales que declararon. Había mucha info que no sabía. Mykael era una persona que consumía cocaína, pero en el momento no estaba drogado. Queremos justicia. Queremos perpetua para Mykael Ponce”, concluyó.